29 ago 2014

MÁS FALSO QUE FIRMA DE JUECES (de Crónicas Fueguinas)




I
Lo que está sucediendo en Ushuaia con varios órganos de la justicia penal del Distrito Judicial Sur y, también, con la intervención más que desprolija del Superior Tribunal de Justicia —o de su Presidente, Gonzalo Sagastume—, es algo que jamás había visto.

Yo defiendo al Sr. Félix V. Donamaría. Pues bien, el Sr. Donamaría tiene una condena firme por peculado, y dos condenas recurridas por el mismo delito. En ningún proceso se le demostró nada, por la sencilla razón de que es inocente. Pero eso es solo el principio, la cantidad de violaciones groseras de las reglas procesales es una constante en las intervenciones del Fiscal Mayor Guillermo Massimi y del Tribunal de Juicio.

El Sr. Donamaría ha sido perseguido y condenado una y otra vez y, desde el 12 de septiembre de 2013 se halla detenido preventivamente. A pesar de todos nuestros esfuerzos, no hemos logrado su excarcelación, como tampoco la detención domiciliaria, debido a sus condiciones de salud. El ensañamiento que el Fiscal Mayor y el Tribunal de Juicio han tenido para con él los ha llevado a ordenar y mantener una detención arbitraria, conforme a los criterios de la comunidad internacional. Los jueces del Tribunal de Juicio se podrán ofender cuando me refiero a esa detención como “arbitraria”. Pues bien, la calificación de “arbitraria” no depende de la voluntad de Magraner. Depende de criterios y estándares desarrollados —afortunadamente— sin pedir opinión a los miembros del Tribunal de Juicio de Ushuaia.


II
El uso de firmas falsificadas —con consentimiento del falso firmante— parece ser una práctica no muy inusual en Ushuaia. La verdad, a mi esa práctica me da mucho miedo. En primer término, porque elimina todo atisbo de seguridad jurídica. Puede haber muchas causas llevadas regularmente pero con firmas falsas que pueden hacer caer, tornar inválidas, las sentencias definitivas de muchos procesos.

En segundo lugar, porque cualquier empleado judicial que no sea el juez tendría el poder sobre la libertad de los habitantes. Ni hablar cuando es el secretario quien da fe de la autenticidad de la firma del juez y es quien participa en la falsedad o la tolera. La firma del secretario en cualquier acta o resolución no es una formalidad vacía. Cumple la importantísima función de dar fe de la autenticidad certificando que es el juez o los jueces quien ha firmado.

Las irregularidades detectadas y mencionadas en nuestra denuncia son solo las primeras que hemos detectado. Hay muchas más.

Y lo peor de todo es que Sagastume ha advertido estas graves irregularidades y, a pesar de sus deberes legales, nada ha hecho. Jamás pensé, por otra parte, que el Superior Tribunal, con voto de Sagastume, podía confirmar la sentencia del Tribunal de Juicio. Esa decisión es absolutamente arbitraria.

La actitud de Sagastume, cubriendo cuanta irregularidad debe provocar la invalidez de la sentencia del Tribunal de Juicio, es algo que no alcanzamos a comprender.

La presentación del Dictamen pericial que llegará hoy al mediodía a Ushuaia tiene por objeto, exclusivamente, colaborar en la determinación de la verdad respecto de los hechos denunciados. Esperemos que el dictamen no sea rechazado “por no ser parte”, como sucedió con mi recusación.

  Finalmente, ha llegado la hora de la verdad: Sagastume debe decidir sobre la realización del peritaje caligráfico. Es hora de cumplir con el orden jurídico y realizarlo. En esto se juega el Estado de derecho.




Las repercusiones de la presentación del dictamen en algunos medios fueguinos 




En El diario del fin del mundo



















En Reporte Austral









En Actualidad TDF




























26 ago 2014

EL PEZ POR LA FIRMA MUERE...




Hoy, por esas grandes casualidades de la vida, apareció Magraner haciendo declaraciones sobre nuestra denuncia de las firmas falsas. También por esas grandes casualidades de la vida, aclaró que nadie lo había llamado. Por casualidades de la vida adicionales, reconoció sus firmas y, ¡oh casualidad!, opinó que los peritajes eran innecesarios en el marco de la denuncia ante el Consejo de la Magistratura.




Tanto Magraner, como también Álvarez y Sagastume saben perfectamente que su “reconocimiento” carece de todo valor jurídico para determinar de quién son las firmas. Por otra parte, Magraner, de reconocer la falsedad de las firmas, estaría incriminándose en un hecho punible.




Por el mismo motivo, su “juicio sobre la necesidad del peritaje caligráfico” es, antes que indicativo de lo que ellos señalan, una razón más para desconfiar de sus firmas. Si su firmas fueran verdaderas, ¿cuál es el interés que ambos comparten en la no realización de los peritajes?




LAS LÍNEAS DE DEFENSA DE MAGRANER Y GARCÍA ARPON





Hoy hemos leído unas interesantísimas declaraciones del ex juez Álvarez en relación con firmas supuestamente suyas que habrían sido hechas por otra persona en importantes resoluciones judiciales. Así, entre ellas, la recepción de la declaración indagatoria y, además, el auto de sobreseimiento del imputado del Val. En este sentido, Álvarez afirmó:

Sobre las circunstancias en que se firmaron esas actuaciones, el juez recordó que se trata de actos procesales “donde siempre estuvieron presentes las partes”, y recordó que entre un juez y su secretario se genera una “relación de absoluta confianza”.

No parece posible creer las manifestaciones del ex Juez, entre otras razones porque al redactar el auto de sobreseimiento casi con seguridad no estaban las partes presentes.

Tengamos en cuenta, además, que en caso de que no hubiera reconocido las firmas, no solo se habría autoincriminado sino que habría corroborado la tesis de la denuncia respecto de la intervención del ex Secretario para permitir que esa firma llegara allí.
Pero no, los jueces van por más, quieren a toda costa que se desestime la denuncia sin hacer peritaje alguno, o sea, quieren impunidad y parecer inocentes, buscan el combo completo.
Lo cierto es que —como señala Ramonet, el autor del libro “Justicia adicta”—, se sigue dilatando la cuestión de fondo “que consiste en dirimir si existen o no firmas falsas de dos magistrados del poder judicial”.
Debemos aclarar que de las cuatro personas que podrían enfrentar un proceso penal por los hechos denunciados (Magraner, García Arpon, Novarino y Álvarez), en el caso de Álvarez estaría probablemente prescripto.
¿Qé es lo que más escándalo ha generado en relación a la presentación de la denuncia? Muy sencillo: las fotos de las firmas que pudieron ser vistas por todos los lectores:

   

Después de mirar estas dos firmas, creemos que hay un grado de sospecha más que relevante para justificar el inicio de la investigación.

Sin embargo, para descartar la necesidad de la realización de un peritaje, afirma que no tiene necesidad de ver las actuaciones originales [recordemos estas palabras para más adelante], afirma que las firmas allí repoducidas” corresponden a mi puño y letra. Intenta justificar que “las diferencias que se aprecian a simple vista” se debían al hecho de que fueron firmadas por pluma y no por birome, lo que produce esas irregularidades debidas a “cuando una lapicera se traba o se acaba la tinta”. No sé, mi padre firmó toda la vida con pluma y jamás hizo una firma de las características de las denunciadas.


“En el Poder Judicial, que un secretario imite la firma del juez está visto como algo grave. Durante mi desempeño en todos los cargos que ocupé en la Justicia, jamás vi algo así. Por otra parte, no entiendo para qué serviría falsificar una firma de esta manera”, amplió el ex magistrado.

La verdad es que poco nos importa lo que la justicia piense cuando un Secretario imite la firma del juez (está visto como algo grave). Además de grave, se trata de hechos probablemente delictivos.

Lo que sí es cierto es que el ex juez, luego de aclarar que nadie lo llamó, dice que “la cuestión es tan elemental que no merece ninguna controversia”. Habría que aclarar por qué no hay motivo para hacer una pericia (caligráfica) sobre las firmas.

Así, de un modo claramente funcional a la voluntad encubridora de las autoridades, se pretende banalizar la necesidad del peritaje. Por ello Álvarez jugó de esta manera. Si traducimos esto a las verdaderas intenciones de la corporación significa:

1) Uno de los jueces imputados dirigirá la investigación; y

2) Está claro que se pretende lograr impunidad sin que se realice el peritaje.





No hay límites, no hay justicia, no hay derecho




21 ago 2014

DE LA VERDADERA NO HAY DERECHO: JORGE BACQUÉ



Esta nota fue escrita por Jorge Bacqué para “No Hay Derecho” impresa en 1995, y salió publicada en el ultimo número de la Revista (el número azul). Con ella queremos recordarlo.




Por Jorge A. Bacqué