11 abr 2014

EL DÍA QUE LOS CIUDADANOS QUISIERON FUNDAR - PRIMER JUICIO POR JURADOS EN NEUQUÉN








El día que los ciudadanos quisieron fundar
Por Leticia Frutilupis
 
Durante los días 9 y 10 de abril se desarrolló el primer juicio por jurados de la provincia de Neuquén. El juicio fue en la localidad de Cutral Co, una localidad de aproximadamente 36.000 habitantes ubicada a 109 kilómetros de la capital de la provincia. El hecho juzgado, un homicidio, sucedió en Villa El Chocón, un pequeño pueblo ubicado en la circunscripción de la que Cutral Co es la cabecera.

Mucho se escribirá sobre ese primer caso, ya que constituye una fuente de enseñanza sobre las buenas prácticas y también sobre los aspectos a evitar en el futuro en la realización de otros juicios por jurados.

Particularmente, hay un aspecto que llamó profundamente mi atención al culminar la audiencia y quedar el jurado dispensado de su labor.

Varias de las personas que intervinieron como jurados se veían bastante movilizadas con la tarea que se les había encomendado. Intercambiando comentarios sobre su experiencia uno de los temas que mencionaron fue la dificultad de tomar la decisión, no por falta de convencimiento sino por las consecuencias que la misma generaba en la vida de las personas. En este caso puntual, la decisión unánime fue por la condena y en términos genéricos, sin entrar a hablar del caso, todos parecían haber valorado como suficiente la prueba presentada.

La llamada de atención se dio cuando una de las personas mencionó que le habría gustado explicar por qué habían tomado la decisión que habían tomado. Allí comenzó otra conversación, trascendiendo el caso y apuntando a la importancia para el sistema de anunciar sus aciertos y sus errores. En el momento, no tomé dimensión real de lo que estaba sucediendo pero a medida que pasaron las horas, me apareció claro: el jurado, al que tanto se cuestiona por la “debilidad” que implica para el sistema el hecho de que decidan en su íntima convicción y no deban dar ninguna razón del porqué de su decisión, ¡quería fundamentar las razones por las que había decidido en un sentido y no en otro!

Aquella exigencia que suele estar tan presente en muchos de nosotros con relación a la necesidad de que las sentencias de tribunales técnicos tengan una correcta fundamentación —exigencia que no siempre es satisfecha ya que parecemos cada vez más acostumbrados a asumir que una relación cronológica de los sucesos del juicio, y de los contenidos de las declaraciones de las personas que concurrieron a la audiencia es “fundamentación”— aparecía de forma intuitiva en los ciudadanos que habían intervenido como jurados, que veían la importancia que habría tenido para las partes y para ellos mismos explicar los porqués de la decisión que habían tomado.

Y más aún: entendían la explicación como una forma necesaria de indicar los aciertos pero también marcar los puntos débiles, ya que de esa manera es como se podría mejorar la calidad del sistema. En esos breves minutos de intercambio sobre la experiencia vivida y la importancia de transmitirla a otras personas, no sólo constaté empíricamente nuestras afirmaciones de siempre sobre la responsabilidad con que los ciudadanos y ciudadanas se tomarán su labor como jurados, sino que además pude comprobar que es tan poco probable que una persona (o un jurado entero) decida en forma arbitraria o irracional, que fueron los mismos integrantes del jurado los que marcaron que se habrían sentido más cómodos si les hubieran permitido dialogar con las partes y dar explicaciones.

Y no pude sino reafirmarme en mi convicción juradista. Ahora no con prejuicios o ideas abstractas, sino con, al menos, una experiencia concreta y real.




Agradecemos especialmente a Leticia Lorenzo, gran trabajadora de la causa juradista, testigo privilegiada y partícipe del desarrollo del juicio por jurados en Neuquén. La foto que ilustra esta entrada corresponde a la nota del juicio del diario "La Mañana" de Neuquén.

1 comentario:

Carlos Loarca dijo...

Querida Lety, cuando sea grande quiero ser como vos, inmenso abrazo